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Frustración

Madre mía, qué extraño se me hace volver a escribir en un blog. ¿Cuándo fue la última vez? A principios de 2013 si no me equivoco. Subí una reseña sin saber que sería la que despediría mi Whisper of the heart, ese rinconcito literario (y un poco "cajón de sastre") que me había acompañado durante cuatro años. Así que perdonad si se me nota un poco torpe en esta primera toma de contacto, estoy desentrenada.

En fin, me dejo de charla y voy al meollo, ¿os parece?


Rechazo, más que una palabra una realidad a la que tanto escritores como 'proyecto de' sabemos que tendremos que enfrentarnos en algún momento. Bien al rechazo editorial, bien al de los lectores... Somos conscientes y lo asumimos, son gajes del oficio. Y quien no sea capaz de verlo así... Bueno, entonces es bastante probable que a la larga acabe teniendo esta cara:


O siendo un Hulk de andar por casa.

Pero no es de eso de lo quería hablar (o más bien divagar), sino de algo que va vinculado al «no» silencioso pero atronador o a la carta/email estándar de cortar y pegar: la frustración que me produce no saber el porqué de dicha negativa.



A nadie le amarga un dulce y a todos nos gusta que nuestros "bebés literarios" gusten (valga la redundancia). Sin embargo, las críticas constructivas son las que nos enseñan, las que nos ayudan a avanzar.

Mis incisivas lectoras cero/beta/minions saben que siempre hago todo lo posible por subsanar los fallos, por interiorizarlos para no volver a repetirlos. Intento aprender y mejorar. Porque sí, sueño con publicar, pero también con ser una buena escritora en todos los sentidos. Y es por eso que esa falta de feedback me frustra tanto, mucho más que la negativa en sí (que vale, esta escuece. No obstante, como con cualquier herida que te haces al caer, te soplas un poco, te levantas y sigues andando). El no saber qué ha ido mal, qué errores debo corregir y tener en cuenta para esa y futuras novelas, es lo que me hace sentirme impotente. ¿Habrán sido los personajes, los diálogos, la narración, el ritmo, la trama, el estilo? ¿Todo eso y más? (con lo que me convendría reescribir o quizá plantearme el dedicarme a otra cosa. Ahora que lo pienso, el punto de cruz no se me daba del todo mal...).

Y ojo, estoy segura de que a más de un editor le gustaría poder proporcionarnos las respuestas. Pero no estamos en un mundo ideal y el volumen de trabajo al que se enfrentan a diaro hace de esa tarea algo inviable.

Por otro lado, sé que cada profesional es un mundo y por tanto cada uno tiene su criterio. Si bien, como digo siempre, hay verdades subjetivas y verdades universales. Las primeras serían las que varían dependiendo de la persona y poco podemos hacer al respecto. Las segundas, en cambio, son como son lo mire quien lo mire (normas gramaticales, de estilo...). Son estas últimas las que de verdad me interesan, pese a que lo más seguro es que no marquen del todo la diferencia a la hora de poder conseguir ese ansiado «sí».

Pero oye, al menos me quedaría con la tranquilidad de espíritu y la satisfacción de saber que estoy haciendo las cosas bien.


Decidme, ¿debería empezar a preocuparme porque soy la única loca a la que le ocurre esto? ¿Tengo un problema de perfeccionismo extremo? ¿Podría considerarlo un superpoder?

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